Bebé de 12 a 18 meses
Nutrición del bebé de 12 a 18 meses.
En esta etapa, el niño cuenta con todas las condiciones para poder iniciar una dieta variada y de consistencia sólida, ahora el niño tiene la capacidad de masticar y digerir alimentos no líquidos. Para que tu niño no tenga dificultades a la hora de comer debes darle los alimentos previamente reducidos de tamaño, ya sea aplastados con un tenedor o con los dedos, o cortados en pequeños trozos, pues el niño aun no cuenta con muelas que le permitan masticar con facilidad.
Puedes introducir nuevas formas de condimentar los alimentos. Hasta este momento todo había sido preparado hervido o a la plancha, pero desde este momento puedes iniciar la introducción de mayor aporte de grasas en forma de aceites vegetales o margarinas que junto con otros condimentos permitirán a través de los fritos y sofritos brindarle al niño nuevos sabores que hasta el momento no conocía.
Ofrecerle al niño pequeñas cantidades de la comida que nosotros comemos es una excelente manera de dar a conocer al niño esta nueva dieta, aunque al principio la mayoría de niños rehusan la entrada de nuevos alimentos.
Alimentos nuevos a partir de los 12 meses:
- Legumbres cocidas con verduras en forma de puré, troceadas finas o enteras, una vez por semana.
- Pastas con mantequilla, salsa bechamel o de tomate, una vez por semana, acompañadas de una porción de carne.
- Además de las carnes de pollo o ternera y del pescado ya introducidos, podemos empezar a darle carne de cordero a la plancha, de dos a cuatro veces al mes.
- Huevo: clara y yema a partir de ahora, nunca crudo. Se le puede ofrecer en forma de tortilla (francesa o de patata, jamón o verduras), o huevo duro o escalfado.
- Sal en pequeñas cantidades y utilizar otros condimentos tales como hierbas, cebolla, limón etc.
Todos los derivados de la leche: quesitos, yogures, flan, natillas…
¿Qué debemos evitar?
- Dejarlo solo mientras lleve alimentos u otros objetos pequeños a la boca: tu hijo podría atragantarse. Esto es válido también para todos los alimentos que son de consistencia demasiado sólida o de forma pequeña y/o redondeada (frutos secos, aceitunas, caramelos…).
- Embutidos, condimentos picantes y chocolate.
- Vísceras (sesos, hígado…), platos muy grasos.
- Sal y azúcar en cantidades excesivas.
- Frutos secos por el peligro de atragantamiento y aspiración a la vía respiratoria.
- Bebidas con gas (incluida el agua con gas).